lunes, 14 de junio de 2010

La Renovación del Águila

"El águila es el ave que posee la mayor longevidad de su especie. Llega a vivir 70 años.

Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de vida tiene que tomar una seria decisión.

A los 40 años sus uñas, curvas y flexibles, no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta. Su pico alargado y puntiagudo, también se curva. Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas. ¡Volar es ahora muy difícil!

Entonces el águila tiene sólo dos alternativas: Morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días. Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared, donde no necesite volar.

Entonces, apenas encuentra ese lugar, el águila comienza a golpear con su pico la pared, hasta conseguir arrancárselo. Apenas lo arranca debe esperar a que nazca un nuevo pico, con el cual después va a arrancar sus viejas uñas.

Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas. Y después de cinco meses, sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de revivir y entonces dispone de 30 años más..."



Independientemente de cuándo sea el momento, a todos nos llega el tiempo de cambiar. La hora de despojarnos de nuestra antigua piel por alguna que nos calce mejor. Si ya decidirse a cambiar de camino es un parto en sí mismo, ni hablar de los sentimientos ambiguos que suelo tener al dar los primeros pasos. Por un lado, la certeza de haber elegido bien. Por el otro, la angustia por lo que dejo atrás y por descubrir tardíamente lo poco que me conozco.

Y encima de vez en cuando me miro al espejo. No en el de vidrio, sino en ese en el que te observas cuando miras para adentro. Hoy es uno de esos días. Y lejos de lo que creía, la imagen que me devuelve la profundidad de mi ser es la de alguien que, a duras penas, recién empezó a arrancarse los primeros pedazos. Bah, que digo pedazos, apenas si pude tironear un poco de la piel mas superficial que me reviste.

Sea como sea seguiré camino, ya sea por tener la certeza de que al final del recorrido saldré victorioso y presto para volar alto (o cuanto menos, libre) o bien por reconocer que no puedo andar por la vida a medio arrancar. O me arranco de raíz o me quedo plantado como estaba. Y para lo segundo ya es tarde. A caminar y a arrancarme pues..